ESPAÑA IMPRODUCTIVA, PRÓDIGA Y ARRUINADA
He procurado echar una mirada al pasado español, desde
mediados del siglo pasado hasta el momento actual, y encuentro dos factores
definitivos, que nos sitúan en dos situaciones antagónicas, pero
lamentablemente con proyecciones de futuro bien distintas.
Cuando llegamos los de mi generación al mundo laboral en la
década de los sesenta, acabábamos de salir del período más triste y lamentable
de nuestra historia, después de haber superado una Guerra Civil, y vivir prácticamente aislados del
mundo que nos rodeaba, como apestados del progresismo y del desarrollo
industrial.
La generación de nuestros padres tuvo que luchar a brazo
partido contra todos los inconvenientes, para poder mal alimentarnos pero bien
educarnos.
Nos educaron en la austeridad, la responsabilidad y el
espíritu superación que a ellos les había servido para sacarnos adelante, y nos
lo recordaban todos los días, desde el cariño y la imposibilidad material de
darnos más de lo que nos daban.
Sin darse cuenta ni alardear de ello, pusieron los cimientos
de lo que hoy reivindicamos todos como el ESTADO DEL BIENESTAR, y se dejaron la
salud y en bastantes casos la vida para que a nosotros no nos faltara lo
imprescindible.
Entonces no había ninguna cobertura social para los
desempleados, ni una seguridad social para los enfermos.
Si querías cobrar y tener dinero, te lo debías de ganar con
tu trabajo, y si caías enfermo procurabas tener una “iguala” con un médico de
confianza, para ser debidamente atendido en caso de enfermedad tuya, de tus
hijos…o de tus padres, ya que el concepto “familia” era mucho extenso que en la
actualidad, y abarcaba como mínimo a tres generaciones en muchas ocasiones bajo
un mismo techo.
Esas circunstancias, les obligaban a tener que ahorrar, para
poder cubrir todas esas incidencias que un Estado de Post Guerra, no podía
garantizar a nadie.
Sólo tenían derecho a una Beca simbólica, aquellos
estudiantes que sacaban unas notas brillantísimas, y el mero hecho de aprobar
los cursos e incluso sacar medias de notable, no te capacitaban para aspirar a
dichas becas, y como todos lo sabíamos y lo escuchábamos repetidamente a
nuestros padres, nos esforzábamos al máximo durante el curso escolar, para
poder aportar algo a los fondos familiares, para poder seguir estudiando, y
poder tener un futuro mejor, según nos insistían en casa en cada momento.
Teníamos un presente
exigente y desagradable a cambio de poder otear en el horizonte un
futuro mucho más prometedor y lleno de posibilidades.
ESO SE LO TENEMOS QUE AGRADECER A LA GENERACION DE NUESTROS
PADRES.
Con nosotros, llegó el desarrollo industrial y un enorme
abanico de posibilidades.
Empezamos a producir de una forma muy digna, muebles,
zapatos, elementos de decoración e iluminación, coches, electrodomésticos y mil
y un productos más que hasta los años setenta, debíamos de importar a precio de
oro.
Los Planes de Desarrollo y la posterior apertura a los
mercados internacionales nos abrieron un sinfín de posibilidades, y
afortunadamente para los jóvenes de mi generación, quien quería trabajar,
encontraba trabajo, sin mayores problemas.
Pero además las penurias vividas, despertaron el instinto
empresarial en muchos jóvenes que se lanzaron abiertamente a la creación de
empresas y puestos de trabajo, y en pocos años esa generación que sufrió mucho
en sus orígenes, llevó a España a ser la décima potencia económica del mundo
desarrollado.
Pero nos olvidamos de algo TRASCENDENTAL.
Se nos pasó por alto trasmitir a la generación que iba a
sucedernos, esa iniciativa personal, ese espíritu de sacrificio y la austeridad
en la que habíamos tenido que crecer nosotros, y no sé bien por que reflejo
atávico, solo queríamos evitarles a nuestros descendientes las vivencias que
tuvimos e incluso la menor referencia a ellas, y claro ellos ya crecieron en la
abundancia.
Les hablábamos indefectiblemente de nuestros derechos (que
ellos asimilaban como suyos) y muy pocas
veces de sus deberes.
Pensábamos( y así lo creyeron ellos), que se había
conseguido un ESTADO DEL BIENESTAR, donde la Educación y la Sanidad , eran
universales y gratuitas, y donde “papá Estado “ tenía la obligación ineludible
de subvencionar nuestras necesidades básicas, aunque no trabajáramos en dos
años, para luego extender este privilegio con algún recorte “in eternum”.
Es decir, les convencimos de que ellos, españolitos de a
pie, tenían una serie de privilegios que sociedades mucho mas desarrolladas que
la nuestra, como las Centro europeas y sobre todo la norteamericana, la
canadiense e incluso la australiana, no alcanzaban ni de lejos.
Como consecuencia de ello, la productividad de nuestra mano
de obra, empezó a decrecer alarmantemente, en la misma proporción que las
reivindicaciones sindicales iban presionando en el entorno laboral.
Nos convertimos en “la primera fábrica de huelgas del mundo
occidental” en dura competencia con Italia.
Y fruto de esos polvos, han llegado estos lodos que hoy nos
afligen, tanto a España como a Italia.
No enseñamos a nuestras jóvenes generaciones a ser PANADEROS ni PESCADORES, sino que el Estado les
regalaba el pan y el pescado.
Y lo que había costado cuarenta años de construir, esta
absurda labor educativa tan nefastamente llevada a cabo, nos ha llevado a ser
hoy día un país en quiebra.
Pero no ya en QUIEBRA ECONÓMICA (que también lo estamos),
sino en QUIEBRA MORAL, ÉTICA Y DE VALORES, ya que quienes deberíamos de haber
llevado a cabo esa labor educativa de una forma persistente y constante,
preferimos evitarles disgustos a nuestros hijos, sin prevenirles de lo que
podría ocurrir.
Y quienes tienen ahora la RESPONSABILIDAD SOCIAL de revertir
la situación, no quieren hacerlo, porque de llevar a cabo las medidas
necesarias para reorientar el futuro, saben que no volverían a Gobernar en
muchos años, y ellos no están dispuestos a perder todos los privilegios que han
conseguido, aprovechando la ignorancia, la torpeza y la necedad de un pueblo
drogado por una política de subvenciones y concesiones insostenibles.
Hemos destruido todo el tejido empresarial que tardamos
cincuenta años en levantar, en apenas 10
años, hemos multiplicado por seis la infraestructura política , funcionarial y
seudo funcionarial, en los últimos cuarenta años, con el consiguiente
desequilibrio de quienes pagan impuestos para cubrir los Presupuestos Generales
del Estado, y quienes viven de ellos, y ahora en el momento de los recortes,
todos estamos convencidos de que son otros los que deben de sufrir esos
recortes, y consecuentemente vamos de cabeza a la Bancarrota del Estado.
Es algo así, como cuando una gran fortuna acumulada a lo
largo de muchas generaciones cae en manos de un HIJO PRODIGO, que se dedica a
pagarles francachelas a sus familiares y amigotes, hasta dilapidarla
insensatamente, mientras el resto de la familia asiste impertérrita, a la
EJECUCIÓN DE LA HIPOTECA de la hacienda que han disfrutado toda su vida.
Solo en ese momento se percatan de la gravedad de la
situación y se maldicen unos a otros, o maldicen al “Primogénito por Malversador”, sin querer reconocer todos los
miembros de la familia que mientras él se iba hipotecando y malversando sus
bienes, nadie dio un golpe en la mesa, ni le plantó cara, para evitar ese
triste final.
Aquí todos asistimos a los últimos estertores de una ESPAÑA,
IMPRODUCTIVA Y QUEBRADA, pero ninguno de los que “están mamando del pecho de
los privilegios” en las Cortes, levanta la voz ni da un jaque mate, porque
todos tienen mucho que perder y nada que ganar, ya que todos están jugando con
la misma baraja marcada, contra un pueblo indefenso.
Lo siento y asumo mis responsabilidades el primero, pero no
sé leer la situación actual de otro modo más optimista.
MIGUEL BATALLER
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