Llevo más de cuarenta años (todos los de mi vida laboral y alguno de la jubilada), tratando de entender la correlación entre el mundo del trabajo (Sindicatos y Empresas) y los representantes de la sociedad civil, es decir el Gobierno.
Durante el franquismo, como toda esta relación era muy fácil de entender, ya que los sindicatos verticales eran una institución muy vinculada al poder, y el Ministro de Trabajo tenía una capacidad decisoria sobre ellos, poco había que analizar.
Los empleados eran funcionarios públicos más o menos reconocidos, y los empresarios se las apañaban como podían, y el 1 de Mayo, solía ser una festividad folklórica para resaltar las conquistas sociales de le época.
Las relaciones entre todos estaban tan evidentemente claras, que nadie iba más allá.
Sólo en los últimos años del “tardofranquismo”, empezaron a producirse manifestaciones reivindicativas en ese día, y a criticarse la exhibiciones folklóricas que solían llevarse a cabo en el Estadio de Chamartín, hoy Santiago Bernabeu.
En aquella época estaba yo incorporado muy pocos años en el mundo laboral, pero ya podía entender perfectamente la situación socio-política.
Con la llegada de la democracia, parecía que todo iba a cambiar radicalmente en beneficio de todo el mundo, y que los Sindicatos dejarían de ser un instrumento del Gobierno, para dedicarse a la defensa de sus afiliados, los trabajadores y que en definitiva iban a tener que ser ellos, los que financiaran a su propia estructura de defensa frente a la Empresa.
Y ante esta aparente realidad, las empresas también articularon sus múltiples asociaciones empresariales, que acabaron refundiéndose en la CEOE, que acabó coordinándolas a todas….o casi todas.
Evidentemente, la CEOE, debería de ser financiada por las mismas razones que los Sindicatos, con las aportaciones de sus afiliados.
Pero curiosamente, casi cuarenta años de que toda esa articulación se organizara, resulta que nada es verdad.
Ni los Sindicatos ni los Empresarios, se han dado cuenta de que sus intereses, sino comunes al menos si son confluyentes.
No hay Empresas sin trabajadores, ni trabajo sin Empresas y si lo que se pretende es seguir creando puestos de trabajo y no destruir empresas, es misión y responsabilidad tanto de unos como de otros, buscar los “puntos de encuentro mas que los de distanciamiento”, y sin embargo en una situación de crisis muy profunda como la actual, sus representantes en vez de buscar esos “puntos de encuentro”, sólo se preocupan de “salvar su culo” antes sus afiliados (que no son exactamente quienes les pagan con sus cuotas que apenas cubrirían un 10 % de sus presupuestos).
Nadie quiere ceder ni un solo milímetro en sus posturas, para no ser “pasto de las llamas” de aquellos compañeros, que están esperando que sean destituidos, para ocupar sus puestos de privilegio, espléndidamente retribuidos con el dinero de todos los contribuyentes españoles.
Es cierto e indudable, que los “gobiernos han de gobernar”, pero la única razón de ser de los Sindicatos y las Asociaciones Empresariales con su articulación de este momento, parecía ser la de servir para facilitar la labor de los distintos Gobiernos en sus relaciones socio-laborales.
Nada más lejos de la realidad.
Lo único que están haciendo es complicarle la vida hasta extremos inusitados a quienes con sus subvenciones les permiten vivir a esos representantes sindicales y empresariales en unas situaciones de privilegio.
Tanto antes al Gobierno de ZP que les instó a ponerse de acuerdo a fin de poner en marcha la restructuración de las Reformas Laborales, como ahora a Rajoy que les había puesto como fecha límite para hacerlo el 7 de Enero, no les han hecho el menor caso.
No sirve ni la recomendación, ni el “ultimátum”, y es así sencillamente porque luego “haga lo que haga el Gobierno”, ellos sacaran a la calle a los afiliados a los que han conseguido arruinar y llevar a las colas de las filas del desempleo, para que se quejen de algo que ni unos ni otros quisieron solucionar, poniendo al menos su grano de arena para hacerlo.
Quizás si Rajoy, en un arranque de valentía y sensatez, les amenazara diciéndoles que de no presentarle un documento base de todos los puntos de acuerdo entre ellos, para ser ratificados por el Gobierno y analizados profundamente para ello, se les acababan todas las subvenciones, tanto a unos como a otros, encontrarían en un solo día la solución a tanto problema “insoluble” desde hace dos años.
Indudablemente es responsabilidad del Gobierno el gobernar, pero si instituciones que viven de los Presupuestos Generales del Estado, en vez de “ayudar”, “molestan” en la labor de Gobierno, lo más sensato sería evitar ese dispendio innecesario, que en nada ayuda y lo único que consigue es dificultar la labor del Gobierno.
Lo verdaderamente triste, es pensar que el Gobierno vive condicionado por esos dos estamentos, que en estos momentos consumen una ingente cantidad de millones de euros “solo por complicarles la vida, en vez de ayudarles a gobernar” por el bien de toda la sociedad.
Sólo se les ha recortado un 20 % de sus subvenciones en un alarde de tolerancia.
Se están ganando a pulso, que el restante 80 % siga el mismo camino, por pensar mas sus interese personales, que en los de sus representados y del resto del Estado.
Miguel Bataller
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