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jueves, 28 de julio de 2011

(4) La Papelera del Cid


Aspecto que ofrece hoy la que fue Papelera del Cid

Siguiendo con la saga de capítulos dedicados al papel en Burriana, gracias a un amigo que prestó sus servicios en la Papelera del Cid y que tuvo ocasión de conocerla bien, he podido reunir información sobre la fábrica de papel más antigua que hubo en esta ciudad.


Fue fundada en 1919 por el empresario burrianense Francisco Granell Felis en unos terrenos muy cercanos al río Anna. El solar se prolongaba hasta lo que hoy es  la avenida San Juan Bosco.

Río Anna, más que río torrente. A 40 metros la Papelera del Cid.

 Parece ser que en sus comienzos, datos que no he podido contrastar 100%, funcionaba como almacén de manipulación de naranja en la temporada del cítrico y luego, hasta la siguiente temporada trabajaba fabricando papel seda para envolver naranja, siendo sus clientes de toda la zona naranjera, llámese Burriana y poblaciones de la Ribera de Valencia, es decir, era una fábrica con una tirada importante. También albergaba máquinas timbradoras para suministrar papeles ya impresos con la marca del cliente.

Al mes de haber comenzado la guerra civil española, presente en todos los relatos que vengo haciendo referentes a esa época, el fundador de esta papelera fue asesinado. Actualmente está en proceso de beatificación.

Con esto, una de las empresas que daba jornales a muchas familias burrianenses quedaba huérfana de dirección empresarial. Al final de la guerra un empresario vasco, José Ramón Calparsoro, aviador en el fratricida episodio de la historia española, cuya familia, tanto por parte del padre como de la madre, estaba totalmente ligada al mundo del papel, sabe de la circunstancia de esta papelera. La familia de su padre tenía Papeleras y la familia de su madre tenía fabricación de telas metálicas, la cinta sin fin sobre la que se iba depositando la pasta en la máquina de papel.  Acude a Burriana y compra un número determinado de acciones haciéndose con una parte importante de ella. Posteriormente tuvo ocasión de comprar acciones suficientes que lo convirtieron en  accionista mayoritario de la Empresa. El Sr. Calparsoro tuvo como mano derecha en la Empresa a Ceferino de las Heras Catarain, que había sido jefe de estación del ferrocarril.

La Papelera del Cid suministraba papel seda de 14 gramos, aunque había fabricado con anterioridad seda de incluso 12 gramos/m2, papeles tan extremadamente finos que requerían pastas de muy alta calidad y un muy  esmerado proceso de producción. Además de los papeles seda fabricaba papeles de distintos gramajes llegando hasta los 35 gr/m2.

Un accidente en la fábrica tuvo como consecuencia la pérdida de varias vidas humanas de entre los trabajadores, accidente motivado por la explosión de los secadores cuyo calentamiento se obtenía por vapor.

Como ya he contado en un capítulo anterior, el sector entró en crisis, básicamente porque los medios de transporte fueron cambiando y pudieron aumentar la rapidez de entrega de la fruta. Los comerciantes de la naranja viendo esto dejaron de empapelar al 100% puesto que el producto llegaba igualmente en buen estado a su destino.

Haciendo un inciso, qué hubiesen pensado los comerciantes y las mujeres “empapeladoras”, si hubiesen imaginado que en nuestros días se está preparando una máquina, de fabricación nacional, que recibiendo el papel de envolver en bobinas lo irá cortando, empapelará las naranjas, les hará el clásico “pirri” y doblará los pirris hacia detrás?. Se están haciendo las pruebas sobre ello y, posiblemente, en esta próxima temporada se estrenará en una empresa de la parte de Valencia. Son cosas casi increíbles (pregunten uds a alguna sra empapeladora) pero que la técnica va logrando, como en casi todo.

Dentro del período de crisis que comentaba, a comienzos de la década de los 70, compró la Papelera del Cid quien, a su vez, ya era dueño de la Papelera del Mijares, el empresario catalán Francisco Piera Santacana, cuyo interés estaba centrado en descapitalizar la Empresa, aconsejando y dando instrucciones a los trabajadores para que incluso rebajasen el ritmo y cantidad de producción con el mismo número de horas laborales.

La historia corría ya pareja con la de la Papelera del Mijares, con sus suspensiones de pagos, penurias, remontadas, y nuevamente problemas… hasta que finalmente las Papeleras del Sr Piera cayeron en manos de los acreedores totalmente arruinadas.

Estando ya en esa situación y con el visto bueno de los acreedores, los propios trabajadores trataron de que las fábricas volviesen a ser productivas poniendo incluso dinero propio para poderlas relanzar. Con toda su ilusión puesta en conservar los puestos de trabajo cambiaron incluso el nombre de esta papelera pasando a denominarse Nuevas Papeleras de Burriana, S.A. Pero como era de esperar esta iniciativa, lamentablemente, estaba destinada al fracaso produciéndose finalmente, en 1988, el cierre definitivo de las mismas.

Detrás de la nueva rotulación se puede leer el antiguo nombre.


Y con este capítulo creo que doy por terminada la serie de publicaciones sobre el papel y su importancia en esta ciudad. Sólo me queda agradecer su estimada colaboración a cuantas personas han aportado información para que estos trabajos viesen la luz a través de la gran enciclopedia mundial que es Internet.

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