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jueves, 8 de marzo de 2012

CODIGO PENAL CONTRA LOCURA RELIGIOSA

CÓDIGO PENAL CONTRA LOCURA RELIGIOSA


Cada semana procuro abordar un tema de rabiosa actualidad, para analizar las razones o sinrazones que me han sorprendido, en mi apreciación personal, en los últimos días.

El tema que voy a abordar hoy, no es nada nuevo ni reciente, sino un hecho que se viene repitiendo con alevosa frecuencia, y hasta hoy no he visto que nadie moviera un dedo para poner coto a este desatino.

Me refiero al último incidente que ha aparecido medio escondido entre las noticias de actualidad en algunos medios de información, cuando debió ser merecedor de grandes titulares en todos los periódicos de tirada nacional.

LOS CONSEJOS DEL IMAN Ó MULA DE TARRASA A SUS FELIGRESES VARONES.

Éste peculiar personaje, que para nada es único en su especie, en una alocución de los viernes en su mezquita o “madrassa” daba instrucciones muy precisas a sus correligionarios masculinos, de cómo golpear o castigar  a las mujeres musulmanas de su entorno familiar, cuando cometían alguna transgresión a las normas fundamentales de su código ético, moral o religioso.

Es algo que se suele repetir en cada rincón de España con cierta frecuencia, y pese a saberlo y conocerlo todas nuestras autoridades, no toman ninguna medida para evitarlo.

En el Código Penal Español, sin la menor duda habrá más de una razón para poder inculpar a estos señores como instigadores o apóstoles de la violencia, y sin embargo nadie mueve un dedo para aplicar nuestras leyes penales, frente a una religión medieval que sigue considerando a la mujer como un ser inferior de una manera indigna y absolutamente discriminatoria.

Es curiosa la tolerancia y absurdo encogimiento de hombros de nuestras autoridades ante semejante aberración.

Soy y seré siempre absolutamente tolerante con todas las religiones y creencias, pero en la medida en la que no permitan un ataque tan frontal a los Derechos Humanos, como el caso que nos ocupa.

Las leyes españolas deben de ser de forzosa aplicación en todo el territorio nacional para todos los que vivamos en ese ámbito, sin distinciones por razones de sexo, raza ni religión como viene perfectamente definido en nuestra Constitución, y sin embargo una vez más, esa Ley de Leyes que debe regular la convivencia entre todos, es ignorada por quienes tienen la obligación de hacerla cumplir en todos sus preceptos.

No quiero que vean en este alegato el menor síntoma de xenofobia, porque no la hay.

Se trata de algo tan elemental como pedir un respeto por las mujeres de todo el mundo y en este caso particular de las musulmanas.

Les puedo garantizar que después de haber convivido entre musulmanes de Oriente Medio muchos años, de haber entrado en sus casas, de haber comido con ellos y de haber confraternizado con gente mahometana de toda condición y nivel cultural, nunca he presenciado un acto de violencia ni desconsideración  hacia la mujer árabe.

Ni siquiera en Malasia, Singapur, Indonesia y Brunei donde el nivel educacional y formativo es más básico, y donde he vivido persecuciones salvajes puntuales contra budistas y católicos hace mas de treinta años, muy especialmente en Jakarta, a fin de justificar situaciones de crisis económicas que se les imputaba al poder económico de los chinos residentes en Indonesia, presencié nunca una agresión física a la mujer por parte de sus maridos o familiares,  por las razones que aquí quiere justificar ese “mula” o “imán”.

Y es que su actitud me hace pensar en la idoneidad de esos dos apelativos a los religiosos musulmanes, de acuerdo a la significado de la noble lengua española.

Deben de llamarles “imanes” por su facilidad para atraer a las gentes.

Y “mulas” por su indudable facilidad para  cocear a la mujer, con el menor pretexto.

Lo que no acabo de comprender es como en el mundo musulmán no se produce un movimiento de liberación femenino, y acaba con tan arcaicas razones para tener a la mujer sojuzgada y maltratada, sin que nadie mueva un solo dedo.

Y por eso hago hincapié en empezar por ayudarlas nosotros aquí en España, simplemente aplicando nuestro Código Penal, ante semejantes salvajes.

Miguel Bataller

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